viernes, noviembre 17, 2006

No hablar sobre nada

A su izquierda un representante de todo lo que pretendemos ser: el señor Chuck Palahniuk.

Todo el tiempo estamos batiendo, nunca hablamos de nada.

Los actos de habla son como esos momentos verdaderamente detestables en el que una idea brillante atraviesa tu cabeza, se mantiene unos escasísimos segundos y muere para no resucitar. En el mar de pensamientos interesantes muy pero muy a menudo se escogen los más aburridos, los que se pueden comunicar diciéndolos.

A menudo los canales de comunicación nos engañan. Así como en la inauguración de MTV un video mató a la estrella de radio, y como la parodia de este milenio es que un blog mató a la estrella de video, los SMS mataron las notitas. El objeto para leerlas dejó de ser un papel (mensaje materializado, canal imaginario) para convertirse un celular (mensaje imaginario, canal materializado), o un beeper (¿alguien los usa en latinoamérica?). De hecho el mensaje se encuentra doblemente codificado: uno por el lenguaje, y otro por la cibernética. Eso es lo que lo convierte, precisamente, en abstracto.

La verdadera química está en persona, cuando el acto social del encuentro puede llegar a hacernos interiorizar lo que el otro nos dice. Sin pretender ser una lista exhaustiva sobre los motivos por los cuales esto sucede, seguramente el hecho de oler a la otra persona, sentir su transpiración, su aliento, vida; tenga mucho que ver.

Por eso y por muchas otras razones, este post está dedicado enteramente a las personas que no hablan de nada. No se extiende a los blogs como este en el que tampoco se habla de nada. Definitivamente no me perdonamos.